martes, 10 de enero de 2012

Realidades ficticias, el segundo texto más horrible de la historia de los textos

Julián no volvió a ver a Marta hasta tres días después de aquella noche inolvidable. Ambos habían secado sus almas, el uno contra el otro, dejándose la piel en cada beso y en cada caricia. Aún les provocaba un escalofrío el solo pensar en sus miradas. Ambos necesitaban descansar de si mismos antes de poder volver a encontrarse.

El problema es que Julián estaba seguro de haber aclarado sus ideas, pero Marta seguía sin dar señales de vida. Aquello lo estaba matando, le consumía por dentro saber que ella tenía alguna pequeña duda al respecto, así que tres días después se rindió a sus instintos y la llamó. El teléfono ya estaba sonando y él seguía sin saber que decirle.

-Si? - Sonó la voz de Marta, algo agitada y cansada, se la oía realmente agotada.

- ... Soy yo.

- Oh... Juls... Qué hay?

"Qué hay?" Es la frase que menos esperaba oír Julián, pero decidió seguirle el juego, hacer como si nada hubiera ocurrido y llevarla a su terreno para averiguar que estaba pasando realmente.

- Nada, por aquí, ya sabes... Me preguntaba... Verás... Hace algunos días que no se nada de ti, no se te ve el pelo... Te gustaría... no sé... Venir a jugar con la consola? Aun tenemos esa partida pendiente, necesitas que te gane, jaja.

- Bueno... Juls, oye... Creo que deberíamos hablar, pensé que si seguía como si nada sacarías tu el tema, pero sigues igual que siempre. Ven a buscarme en una hora, estaré esperándote - su voz parecía más tranquila, y eso tranquilizó también a Julián.

- Muy bien Marti, nos vemos en una hora. Adiós.

Colgaron. Julián se había quedado mirando su teléfono como si nunca lo hubiera visto. Y Marta, por su lado, se había sentado en el sofá, con la mirada perdida. Ninguno sabía aun que decirle al otro y eso los estaba volviendo locos.

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