martes, 30 de octubre de 2012

No pasa nada

Estaba bastante oscuro para ser las seis de la tarde y el frío había congelado mis manos y tu nariz, se notaba que estaba llegando el invierno. Caminabas a mi lado con la misma tranquilidad de siempre, me rozaste la mano en algún momento como reclamando que la cogiese con fuerza, pero no lo hice. Hablabas y me contabas lo que te había pasado en el trabajo durante la semana, intentabas incluirme contándome anécdotas de gente que conocí contigo, pero yo no me mostré interesada. Me mirabas y sonreías en cada pausa esperando que reaccionara de la misma manera, esperando esa mágica complicidad que tanto nos caracterizaba, pero seguí mirando al frente. Me acariciaste la mejilla y me apartaste el pelo de la cara de la forma más dulce que cualquiera pudiera imaginar y yo bajé la mirada.

Pasaron varias semanas y siempre era lo mismo. Daba igual lo que estuviéramos haciendo o dónde nos halláramos, yo siempre respondía igual. Empezaste a preocuparte, si hubiera sido al revés yo también me habría preocupado por ti, no soportaría verte así. Quisiste saber que sucedía y tuvimos una larga conversación, aunque lo más correcto sería decir que fue un monólogo teniendo en cuenta que no dije ni una palabra hasta después de una hora escuchando tu punto de vista. Dejaste de hablar y me miraste impaciente, buscando la respuesta que necesitabas desde hacía ya un par de meses. Cuando por fin decidí hablar solo pronuncié tres palabras que te volvieron loco, tres palabras que no debí pronunciar nunca: "No pasa nada".

A partir de aquí la historia se me torna confusa, algo borrosa quizá. Te recuerdo abriendo los ojos como platos, como quien ve una rata en medio de su cama momentos antes de acostarse. Te recuerdo negando con la cabeza dejando la mirada perdida, no entendiendo mi actitud, mi forma de actuar, mi respuesta. Te recuerdo dando vueltas por la habitación, nervioso, gritando incoherencias sobre que llevabas tiempo preocupado, sobre que te mentía, sobre que no estaba siendo justa. Te recuerdo frenando en seco delante de mí y luego no recuerdo nada. Hay un hueco en ese momento, no soy capaz de reconstruir los hechos.

La siguiente imagen que viene a mi mente tras esto es un poco extraña. Estaba yo y estabas tú. Me mirabas perplejo agachado a mi lado. Rozabas mi mano. Me acariciabas la cara. Me sonreías. Me hablabas de banalidades que no tenían nada que ver con lo que había pasado antes. Sonaba el tic-tac del reloj de la estantería del salón a la par que tus latidos. Se te veía tan tranquilo y en paz. Te vi ponerte en pie y, aunque no pude verte la cara, recuerdo esa mirada cariñosa reflejada en mi sangre. Lo más raro de estar muerta es la sensación de verme como si estuviera fuera de mí, como si fuera otra persona, diría que es hasta fascinante.

Después de eso no recuerdo nada más. No vi nada más, no te vi hacer otra cosa. Mi última imagen de ti es bastante dulce, parecías cuidar mi cuerpo inerte como si estuviera viva. Mi última imagen de mí, en cambio, es bastante más desagradable, seguramente sea por el agujero de mi cráneo y la sangre que manchaba tus zapatos. Lo único que lamento es que no hubieras hablado conmigo antes, mi respuesta habría sido la misma pero seguramente la tuya habría sido menos violenta.

martes, 23 de octubre de 2012

Vacío

Anduvieron juntos todo el día por toda la ciudad sin decirse una palabra, sin cruzar una mirada. Al cabo de la noche él se sentó lentamente frente a la playa y ella hizo lo mismo, en silencio. Él, sin sacar la vista del horizonte le dijo: "Creo que empiezo a acostumbrarme a estar contigo, eso es lo peor de todo". Y mientras a él le caía una lágrima por la mejilla, la Soledad contestó: "Suele ser lo habitual cuando pasas tanto tiempo a mi lado".

domingo, 21 de octubre de 2012

Mis 10 nuncas

  1. Nunca me han regalado flores.
  2. Nunca me siento completamente integrada en ningún sitio, siempre me siento fuera de lugar.
  3. Nunca he tenido una buena orientación, me pierdo con una facilidad abrumadora.
  4. Nunca he visto "Lo que el viento se llevó".
  5. Nunca me he enamorado.
  6. Nunca dejaré de engañarme a mi misma, es demasiado sencillo.
  7. Nunca admitiré creer en el amor.
  8. Nunca espero nada de nadie, así nadie te engaña.
  9. Nunca me han robado un beso.
  10. Nunca he sido LA chica de nadie.

domingo, 14 de octubre de 2012

El karma.

Tengo la firme teoría de que algo va mal conmigo. Existe algún tipo de problema psicológico o neurológico en mi que hace que cada vez que no tengo ninguna preocupación o que cada vez que las cosas van bien, a mi se me plantee la extraña posibilidad de que en realidad todo vaya mal y yo aun no lo haya descubierto, no lo vea o no sea consciente de ello. 

Quiero decir, cada poco tiempo se da la suerte (por llamarlo de alguna manera) de que no me preocupo prácticamente por nada, es decir, que no tengo problemas reales. Me encuentro yendo a clase, haciendo solo lo justo como para sentirme responsable, jugando, viendo series, hablando con mis amigos, saliendo (aunque sea poco), viendo a quien me suele apetecer ver... Lo normal, sin problemas, sin trabas, sin nada que me haga sentir mal. Y cuando empiezo a ser consciente de esta "suerte" mi cerebro crea conexiones que me indican que en realidad algo va mal, en realidad hay un problema, hay algo que se estropeará o que se está estropeando sin que lo vea. Es como si fuera incapaz de estar bien.

Estoy tan acostumbrada a pensar que las cosas malas son más que las buenas y que las buenas siempre esconden algo, que al final estoy siempre a la defensiva. No hay cosa buena a la que le busque el punto malo, y si no lo encuentro me vuelvo loca pensando "ya aparecerá, siempre aparece, siempre hay algo malo". La quinta pata al gato. Suelo estar convencida de la existencia del Karma, lo cual implica que cada mala acción atrae una consecuencia mala para quien la lleva a cabo, y que cada buena acción atrae buenas consecuencias de la misma manera. Es decir, si eres bueno, te pasan cosas buenas, si eres malo, te pasan cosas malas. Es una cuestión de equilibrio en el sentido de la humanidad, el destino o lo que sea que exista. Siempre que hay algo bueno, hay algo malo. Y siempre que hay algo malo, hay algo bueno. Tiene que ser así, una cosa no puede existir sin la otra. Hasta ahí, entendido. El yin y el yan, el equilibrio, el karma.

Pues ahí estamos. No creo ser mala persona, pero sé que no soy buena persona tampoco. Como comprenderéis no soy fan de los extremos, así que me gusta eso de estar en el medio, lo malo es que como sé que no siempre actúo bien, también sé que el karma deberá castigarme de vez en cuando. Lo cierto es que tampoco actúo tan mal como para ser considerada un punto de castigo, pero es lo que toca, el equilibrio debe mantenerse, es obvio. En resumen, de vez en cuando el karma debe actuar en mi contra. No digo que vaya predispuesta a pensar que alguna fuerza del universo quiere acabar conmigo siempre, pero si que estoy constantemente a la defensiva. Quizá no sea por lo del karma en particular, lo más seguro es que lo del karma solo esté usándolo como excusa para intentar entender esta tara que me persigue. Pero es lo que hay, es lo que me pasa.

Así que eso es lo siento. Eso es lo que me pasa. Cuando consigo simplificar las cosas hasta sentirme bien y soy consciente de que me siento bien, me vuelvo loca pensando en lo que podría estar mal sin que yo lo note. ¿Cómo se supone que debo lidiar con esto? Osea, se supone que cuando las cosas van bien tengo que disfrutarlo, tengo que estar a gusto y desear que no acabe nunca, y sin embargo me encuentro a la defensiva pensando que hay un motivo escondido para todo y deseando que se destape la maraña de una vez por todas para poder saber que es lo que iba mal. No se si es curiosidad malsana o masoquismo absoluto, pero no es bueno, eso está claro.

Pensándolo y escribiéndolo me doy cuenta que quizá también sea esa la razón de mi ansiedad y mi nerviosismo crónico. Lo que sigo sin saber encajar es esa sensación que me ataca de vez en cuando, sobre todo cuando mas nerviosa o ansiosa estoy sin motivo. Esa sensación de que algo va a suceder y no sé lo que es, y que no tiene que ser algo malo en si mismo, es posible que sea algo bueno, pero no sé lo que es. Y por si normalmente no estuviera a la defensiva y con ansiedad, esa sensación me ataca de vez en cuando para probarme.

Nunca sabré lidiar conmigo misma y creo que nadie lo sabrá hacer tampoco. Estoy convencida de que en realidad estoy hecha para acabar sola sin entenderme a mi misma y sin que nadie me entienda tampoco. El día que pueda asumir que un momento de paz no tiene por que ser un momento malo disfrazado... ese día será fantástico, os lo aseguro.