jueves, 6 de julio de 2017

Fingiendo que hay constancia - Música

Suena Rise your glass y no puedo más que aplaudir a una preciosa y segura Pink que consigue hacerme sentir fuerte en cierto modo. El poder de la música, ese inductor emocional externo que podemos manejar a nuestro antojo y que, sin embargo, utilizamos mal. Tendemos, por ejemplo, a escuchar música triste cuando estamos tristes. Como si eso ayudara, como si no fuéramos capaces de escoger algo diferente que nos levante el ánimo.

¿De dónde viene ese afán por la autotortura y el hundimiento del espíritu propio? ¿De dónde esas continuas ganas de cagarla cuando todo va bien? ¿Por qué el drama y la autodestrucción continua?

Respira. Respira. Cierra los ojos y recuerda que eres fuerte y que puedes con ese fantasma sin nombre ni rostro. Es parte de tu imaginación más vívida, pero eso no lo hace real. Respira. Respira. Con cada espiración expúlsalo fuera de ti, disipa ese humo negro y hazle saber que está solo en esto, que no contará contigo esta vez, que no podrá atraparte.

Suena Heroes. Bowie es siempre un acierto, su voz me eleva por encima de mí, me convierte en una heroína solo por esta vez, solo porque puedo serlo, solo para que me acostumbre a ello.

Otra vez la música. Otra vez las notas, las melodías, las voces y la poesía. La música siempre está ahí, novia emocional de mi mente, declarada tan necesaria en mi vida como el aire, la comida, el sexo o dormir. Música, música y más música, por favor. Que nunca deje de sonar.