jueves, 6 de enero de 2011

Mi sueño (explicación para mi yo futuro, por si pierdo el rumbo)

Todo el mundo, desde pequeño, sueña con algo. Una familia, un viaje, un hobbie, un futuro. Siempre hay algo que deseas con tanta fuerza que acabas por convertir en tu sueño, en tu meta en la vida. Yo no tuve algo que considerar un sueño o una aspiración hasta hace un par de años.

No se que es lo que me llevó a escoger este camino, no sé que me inspiró a empezar por este lado, o la razón por la que un día dije "voy a ser escritora". Analizando esto, pienso que quizá vaya más allá de una simple profesión, creo que va más allá de las ansias por llegar a la profesión que deseo. Esto viene de algo un poco mas profundo. Me explico, cuando eres pequeño quieres ser bombero, policía, quizá payaso... Todas las niñas hemos pasado por la etapa de veterinarias... Siempre escogemos una profesión según a quien admiramos, pretendemos llegar a ser como nuestros héroes. Una vez creces y tienes la sensatez suficiente como para escoger tu camino, también se suele escoger esa profesión que te hará parecido a tu ídolo, esa profesión que combinará lo que te gusta y que, supuestamente, te llevará a ser la persona que deseas ser (persona que casualmente se parece mucho a esa a quien admiras); es en este punto donde comienzas a formarte para llegar a ello. Obviamente me he saltado varias etapas desde que cambias de profesión cada dos días hasta que escoges tu futuro definitivamente, pero esas son simples etapas de proceso hasta llegar a la idea final, como en cualquier tesis o análisis.

Pues bien, yo no soy distinta del resto de los seres humanos, así que he pasado por todas estas etapas, pero nunca consideré un sueño llegar a estas metas, nunca consideré un fuerte deseo llegar a ser eso que pretendía ser. Un día cambié la que se suponía era la profesión de mis sueños por la idea de escribir, no sólo porque me guste contar historias, tenga imaginación y me exprese mejor escribiendo, sobretodo es porque me gusta hacerlo, porque quiero que llegue un día en que sea vieja y me de cuenta de que estoy donde quiero estar y que llegué ahí de la forma en que quería llegar. Quiero que alguien comience una historia mía y se sienta identificado, se enfrasque en el libro y viva esa realidad; quiero contar cosas al mundo, que no exista esta única realidad de mierda que parece una nube pesimista sobre cada uno de los habitantes de este planta; quiero ser parte de una época, marcar a alguien; quiero saber que sirvo para esto, cumplir las fantasías de miles de amantes de la lectura; quiero ser ese alguien que llegó solo hasta el otro lado del océano, luchando por su cuenta para marcar su propio camino. No, no es el simple hecho de ganar dinero con una buena historia comercial, con el tema más popular del momento, que será best-seller hoy y mañana nadie lo recordará, no es eso, quiero saber que con mi historia alguien se ha emocionado, alguien ha sonreído, alguien ha sentido que viajaba por el mundo, alguien se ha atrevido a hacer lo que más desea.

Por eso sé que es un sueño, un deseo, una aspiración, una meta, porque si llego a donde quiero llegar y del modo en que quiero llegar, yo seré mi propio héroe y sabré que he vivido y que nada de lo que he hecho ha sido en vano. Ese es el sueño que nunca tuve y que por fin encuentro.

domingo, 2 de enero de 2011

La espera

En suspensión. Así es como te sientes cuando la espera se hace eterna.

El tiempo no pasa, los minutos se hacen horas y a tu alrededor las imágenes se difuminan. Los mareos, el nerviosismo, las ansias por una respuesta que no llega. El deseo de conocer cual será la resolución de un juicio que aun esta en proceso. Son solo un par de minutos como mucho, pero la pregunta ya ha sido formulada y la respuesta parece estar encerrada sin querer salir. Tras pronunciar la última palabra de tu cuestión los sentidos se te agudizan, centras la vista en el receptor, oyes todo con mayor detalle, puedes sentir el aire que te rodea aun sin necesidad de viento, eres consciente de tus manos, tus piernas, tus gestos, tu realidad personal, tu respiración. Todo parece tranquilo y sosegado, callado. Porque aunque el ruido de tu alrededor sea el de una estampida en medio de la ciudad, solo serás capaz de oír los latidos de tu propio corazón, impaciente por esa respuesta, aun no pronunciada.

Cuando llega por fin esa respuesta esperada, poco tiempo después de haber hecho pública la pregunta, sea cual sea la respuesta una paz interior te llenará el pecho. Porque la espera ha sido tan agobiante y terriblemente cruel, que cualquier respuesta valdría para sosegar tu cuerpo. Las pulsaciones vuelven a ser normales, los músculos de la cara se relajan y las emociones aumentan, porque en todo tu nerviosismo has encerrado cualquier emoción y la has apretado hasta concentrarla y hacerla mas fuerte. Dejas de temblar y a tu alrededor todo se mueve mas deprisa que nunca, los ruidos se hacen ensordecedores y sientes que tu cabeza se ha llenado de colibrís llenos de adrenalina. La espera ha acabado y aunque la respuesta no sea la esperada, aunque sea la peor respuesta que jamás pudieron darte, una parte de ti se ha quedado en un profundo mar de tranquilidad, y entonces sentirás el cansancio que ha producido la tensión de tus músculos y solo querrás descansar tu cuerpo y tu mente junto a esa respuesta que por fin ha llegado a tus oídos.