domingo, 31 de marzo de 2013

De cómo me salieron branquias.


Nunca choveu que non escampara. Empiezo a odiar esta frase. Bueno, no la odio realmente. La verdad es que me gusta mucho, tiene una sonoridad preciosa y es cierto que tiene un mensaje bonito más allá de la literalidad de su significado. Pero teniendo en cuenta el curso de este Marzo en lo que a meteorología se refiere, empiezo a pensar que es todo mentira.
¿Cómo es posible que no pare de llover? Siempre me gustó la lluvia. Quizá un poco por lo divertido de mojarse y acabar empapada mientras juegas con los charcos o ves a la gente pasar escondiendo el cuello entre los hombros como si así se mojaran menos. Quizá un poco por mi obsesión con las películas románticas y lo bonito de esos besos bajo la lluvia, que siempre parecen completamente perfectos, húmedos y, sobre todo, sensuales. La lluvia puede ser muy sexy amigos míos. Mucho.
Más allá de las cosas positivas que siempre le he visto a la lluvia, este último mes el tiempo se ha vuelto completamente loco. Estoy ya cansada de la lluvia, de que no pare, de la humedad, de las tormentas, de los días nublados y de todo lo que ello conlleva. En breves me saldrán branquias como sigamos así. No puedo creer lo que voy a decir, pero necesito días de sol, con calor y nada que hacer más que convertirme en lagarto y vegetar bajo la calidez de un rayo de sol.
No pretendo nada con esto. Absolutamente nada. Simplemente es una queja abierta, sincera, clara y llena de rabia, porque un par de días de lluvia y hasta una semana quizá, puede gustarme muchísimo, pero un mes entero de lluvia hace que acabe de mal humor y que no quiera saber nada de nada. Vale que no me cuesta nada estar de mal humor y que no solo se debe al mal tiempo, pero la verdad es que influye de una forma muy importante. No, no es el principal motivo, pero si una gran parte.
Se acabó, no diré nada más al respecto. Pero voy a acabar esto con una reflexión: “En Abril, aguas mil” y si así fue Marzo, no me quiero imaginar como serán las “aguas mil” este año.

jueves, 28 de marzo de 2013

De cómo se nos acabaron los temas.


Es inimaginable la cantidad de veces que pienso en escribir sobre algún tema, o desarrollar alguna historia, y cinco minutos después me encuentro a mí misma pensando en cientos de ejemplos que ya hablan sobre ello. Es frustrante pensar que ya está todo escrito.
A veces creo que ya se ha hablado de todo, que no queda nada nuevo por contar. Otra veces pienso que simplemente soy yo, que ya no tengo imaginación y me he convertido en un amago de pseudo-escritora que se limita a imitar viejas glorias, viejos temas que ya están más que gastados. La verdad es que no sé exactamente cuál de las dos opciones es la correcta (quizá sea la segunda) pero lo que está claro, es que no salgo de los temas de siempre.
Todo el mundo escribe sobre lo mismo. Hacer una crítica a la socio-política actual es ridículo, no queda nadie en este universo con aptitudes para el habla o la escritura que no lo haya hecho ya. Hablar de amor sería casi peor, no solo porque es un tema prostituta (y prostituta barata, además), sino también porque sería hablar sobre algo que no acabo de entender y que no va del todo conmigo. Claro que podría desarrollar el hecho de que no acabo de entender el amor o de que no creo que exista, pero ¿no es acaso eso mismo otro tópico gastado? Y aquí no me refiero solo al amor de una pareja, ese amor juvenil y pasional, en absoluto, cuando digo amor estoy englobando todo tipo de amor, sea amor por la familia, como por los amigos, como por la patria o por el perro de tu vecina, ese que siempre te visita y al que le das una galletita solo porque pone esa carita que tanto adoras. Todo tipo de amor ha sido utilizado y más que utilizado en casi todos los ámbitos de la escritura, la televisión, el cine o la vida, en general. Al fin y al cabo, ¿qué sería de una película de acción sin la relación de amor que lleva al protagonista a pelearse contra el mundo entero? ¿o qué sería de un buen BestSeller sin esa romántica historia principal o secundaria que nos llena de ternura página a página?... No, hablar de amor es absurdo, cualquiera con dos dedos de frente puede hacerlo, y como yo no soy de esas, mejor no lo hago.
Siempre puedo hablar de la muerte, otro gran tema. Pero la verdad es que tarde o temprano todas mis historias acaban con algún suicidio, algún crimen o simplemente la imagen de algún muerto (siempre muy gráfico y visual, como a mí me gusta), y si sigo hablando siempre de lo mismo acabaré por suicidarme yo. No se puede negar mi clara inspiración en cuentos cortos como los de Poe o simplemente en la cantidad de series policíacas que veo, llega a ser casi obsesivo y tengo que dejarlo. También he pensado en englobar todos estos grandes temas en una sola obra magnífica, desafiante y atrevida (así es como sueño que lo describiría el New York Times), pero no soy capaz de escribir largas historias, soy más bien de cortas publicaciones que llevarían como mucho cinco o diez páginas, y con eso no hago un libro. La fantasía tampoco es lo mio, no especialmente. Me pierde, me fascina leer fantasía y quedarme embobada con esos grandiosos mundos donde todo es posible, pero no soy capaz de crear uno solo que no se parezca un mínimo a alguno de los grandes mundos fantásticos ya conocidos. Volvemos a mi falta de imaginación y originalidad.
Creo que con el tiempo me he decantado por un tipo de escritura más parecida a los ensayos breves, donde realmente puedo escribir de esos temas pero desde un punto de vista más personal, más basado en mi realidad personal, por decirlo de alguna manera. Al fin y al cabo he convertido este blog en eso mismo, una serie de historias sobre mí misma, donde no pretendo más que contar aquello que veo, pienso o me sucede. Y no pretendo contárselo a nadie en particular, es más, me extraña una barbaridad que haya gente que lee esto (que se agradece, pero no lo entiendo). Se trata un poco de contármelo a mí, a una yo que en un futuro no muy lejano volverá a leerlo y sabrá de lo que hablo o cómo salio de mi cabeza tanta tontería.
La verdad es que nunca me ha gustado realmente leer ensayos, la mayoría me resultaban extremadamente aburridos, quizá porque los temas eran referidos a mis estudios, pero existe un gran mundo de los ensayos ahí fuera. Un mundo que nadie lee porque todos tienen en la cabeza la misma idea que yo sobre los ensayos. Pero para quien se encuentra en este entresijo con los tópicos de las novelas, supongo que es habitual llegar a la misma conclusión que he llegado yo.
No es que haya decidido dedicarme a los ensayos por completo, ni mucho menos. Me encanta contar cuentos e inventarme historias para los demás. Lo que pasa es que creo que se me da mejor contarlas a viva voz e inventarlas sobre la marcha, siempre me han quedado mejores historias así. De la misma forma se me da mejor desarrollar un tema cualquiera, sobre todo sobre mi vida, de manera no novelesca. Soy algo más ensayista de lo que siempre creí que era por culpa del uso indiscriminado de los mismos temas, que los escritores desarrollan una y otra vez, con los mismos esquemas y las mismas bases, que por alguna razón a los lectores nos siguen pareciendo “magníficos, desafiantes y atrevidos”.

martes, 26 de marzo de 2013

De cómo llama a la puerta una yo de quince años.


En ocasiones me planteo hasta que punto he cambiado realmente. Quiero decir, estoy contenta con mi forma de ser ahora mismo, a pesar de que a veces no me soporte o no esté conforme del todo, puedo decir que me gusta como soy en general. Sin embargo, hay días como hoy en que creo que no he cambiado tanto como me gusta pensar.
Me encuentro a mí misma en ciertos ambientes o con ciertas personas y en mi cabeza retumba mi yo de los quince años. Creo que en el fondo sigo siendo la misma, la niñata respondona, borde y mal llevada que vestía de negro, con pinchos y no sonreía en las fotos (si es que salía en alguna foto). Me perturba bastante pensar que esa parte de mí sigue ahí tan latente como antes, solo que la camuflo un poco para poder creerme que en realidad he madurado y ya no soy la misma.
Lo peor es que con respecto a esa yo del pasado tengo unos sentimientos bastante contradictorios porque por un lado creo que no volvería ni borracha a pasar por esos años, pero por otro lado, me gustaban mucho ciertas actitudes arrogantes y pasotas que me hacían ser bastante diferente a los demás. Ahora que lo pienso, me parece que no volvería a esos años y a esa adolescencia solo porque en realidad nunca se fue, nunca pasó de largo, y si en algún momento vuelvo a ella, me veo como entonces y creo que nada de lo que ha pasado estos años ha valido para centrarme o hacerme madurar.
Puedo y podéis pensar que si me planteo estas cuestiones es que la cosa no está tan mal y que ciertamente sí que he cambiado en gran parte mi forma de ser, que he evolucionado como persona. Y sí, eso fue lo primero que pensé cuando me planteé estos menesteres hace un rato. Sin embargo, lo siguiente que me vino a la cabeza es que el plantearme esto también equivale a la duda existencial de quién soy en realidad, si soy esa cría que hablaba sin saber o si soy esta joven que aprende a vivir. Si la duda existe, solo cabe pensar que en realidad no soy quien creo que soy, sino que soy una totalmente distinta, una que no quiero ser, una que ya debería haber acabado, una que se creía muy guay y no llegaba ni a chachi.
No sé. Supongo que me inquieta pensar que sigo siendo la misma de hace siete años, me inquieta verme en ocasiones igual que entonces, me inquieta pensar que he cambiado cuando, en realidad, lo único que he hecho ha sido camuflar la evidencia para convencerme a mí y a los de mi alrededor que las cosas no son como antes, que ya no me dejo pisotear como entonces, que ya no aguanto las mismas tonterías que me hacían llorar entonces, que ya no cierro los ojos cuando me veo acorralada.
En el fondo soy y seguiré siendo la misma. Y creo que por muchos recuerdos increíblemente buenos que tenga de aquella época, sigo sin querer ser del todo ella otra vez. Pero si en realidad nunca dejé de ser ella, si en realidad no he cambiado como creía que había hecho, quizá la cosa sea que la gente no cambia, que yo no cambio, que no soy distinta ni lo seré y que siempre seré aquella chica de 15 años que se veía enfrentada al mundo cada vez que tenía oportunidad. No os imagináis lo extremadamente perturbador que me resulta creer por momentos que esa es la realidad.
Sinceramente espero que sea la imagen del día, sin más, que no vaya más allá de esto, que solo sea lo que queda después de un reencuentro leve con un pasado no tan lejano.

lunes, 11 de marzo de 2013

Trocitos de...



Y no voy a decir nada más. Porque no hay nada más que quiera salir de dentro de mí. Si acaso entrar, pero no salir.

sábado, 2 de marzo de 2013

Diarrea Mental

Hoy es uno de esos días en los que todo pasa por mi cabeza. Desde los posibles hasta los imposibles, pasando por recuerdos, paranoias, teorías y demás pensamientos que no deberían estar ahí. 

Es completamente caótica esa sensación de diarrea mental. Incapaz de parar cualquiera de esas imágenes o palabras que aparecen sin más, mezcladas sin ton ni son, que gritan o se estremecen ellas solas. Es desesperante no ver ni el punto de partida ni el punto final, que si lo pienso no sé exactamente como he llegado a algunas cosas, que van y vienen, que una cosa lleva a la otra y de repente nada tiene sentido. Y encima utilizo expresiones que odio... "Una cosa lleva a la otra"... Siempre odié esa expresión, ¿qué es lo que lleva a qué? Nunca la entenderé, es la frase más ambigua y horrible para dejar pasar una explicación si no quieres contarlo todo o no quieres realmente que se sepa el cómo.

Llegados a este punto no sé si me odio más a mí misma o si solo odio mi cabeza y su extraña forma de torturarme como si no hubiera un mañana. Hmmmm... La auto-tortura... Practicada por todo adolescente que se precie desde tiempos inmemoriales. Y practicada por mí cada vez que tengo un día como el de hoy. Tengo el don de ser la persona que mejor sabe como destruirme y además utilizarlo. Creo que soy imbécil. 

No tengo ni idea de lo que estoy escribiendo ahora mismo. Mi intención era ir a dormir, pero (para variar) no tengo sueño, y como quien no quiere la cosa leer un nombre me ha empujado sutilmente a un irrefrenable deseo de hablar con quien no debo para decir cosas que no quiero. He pensado que en lugar de hacer eso, que sería no solo un error, sino también algo completamente incoherente e ilógico, debía abrir mi blog y escribir algo (la libreta me queda lejos). Así que aquí estoy, me he puesto a escribir lo primero que mi diarrea mental del día me ha indicado que tenía que escribir. Es más, creo que es uno de los pocos textos que no pienso releer antes de publicarlo, me dan náuseas de solo pensar en lo desastroso y desordenado que está esto.

El caso es que a veces olvido como debo sentirme. Analizo cada segundo del día, hago balance de pros y contras y más o menos me decanto por un sentimiento, pero tampoco acaba nunca de convencerme. Además el proceso es largo y agotador, la mayoría de las veces me duermo antes de descubrir el final (lo cual habla muy mal del nivel de diversión de mi vida). Sé que hace tiempo me propuse dejarme de gilipolleces negativistas y moverme al otro lado, marcar el cambio en mi actitud para darme una vida más sana y feliz (parezco un anuncio). Esto no cambia nada, el plan es el mismo, pero uno no puede estar en perfectas condiciones día sí y día también, eso es falso... es como ser de plástico. El plan es el mismo, pero hoy es uno de esos días en los que todo y nada tiene sentido, en los que me siento caótica y no me decido por nada. Uno de esos días en los que sin motivo aparente me pongo una película de esas que causan una depresión temporal y me siento bien por sentirme mal. Uno de esos días que podría saltarme sin ningún problema. 

Hoy me apetece una barbaridad ser invisible. Desaparecer por completo. Sin móvil ni gente a mi alrededor. Solo la música, series, películas y yo. Eso no cambiará nunca, ni mi deseo por desaparecer ni mi relación duradera y estable con la música, las series y las películas. Las únicas relaciones de verdad. 

No puedo más, hoy no. La chica invisible desea buenas noches a cualquier lector ocasional que quiera deshacerse de su cordura leyendo esto.