Nunca
choveu que non escampara.
Empiezo a odiar esta frase. Bueno, no la odio realmente. La verdad es
que me gusta mucho, tiene una sonoridad preciosa y es cierto que
tiene un mensaje bonito más allá de la literalidad de su
significado. Pero teniendo en cuenta el curso de este Marzo en lo que
a meteorología se refiere, empiezo a pensar que es todo mentira.
¿Cómo
es posible que no pare de llover? Siempre me gustó la lluvia. Quizá
un poco por lo divertido de mojarse y acabar empapada mientras juegas
con los charcos o ves a la gente pasar escondiendo el cuello entre
los hombros como si así se mojaran menos. Quizá un poco por mi
obsesión con las películas románticas y lo bonito de esos besos
bajo la lluvia, que siempre parecen completamente perfectos, húmedos
y, sobre todo, sensuales. La lluvia puede ser muy sexy amigos míos.
Mucho.
Más
allá de las cosas positivas que siempre le he visto a la lluvia,
este último mes el tiempo se ha vuelto completamente loco. Estoy ya
cansada de la lluvia, de que no pare, de la humedad, de las
tormentas, de los días nublados y de todo lo que ello conlleva. En
breves me saldrán branquias como sigamos así. No puedo creer lo que
voy a decir, pero necesito días de sol, con calor y nada que hacer
más que convertirme en lagarto y vegetar bajo la calidez de un rayo
de sol.
No
pretendo nada con esto. Absolutamente nada. Simplemente es una queja
abierta, sincera, clara y llena de rabia, porque un par de días de
lluvia y hasta una semana quizá, puede gustarme muchísimo, pero un
mes entero de lluvia hace que acabe de mal humor y que no quiera
saber nada de nada. Vale que no me cuesta nada estar de mal humor y
que no solo se debe al mal tiempo, pero la verdad es que influye de
una forma muy importante. No, no es el principal motivo, pero si una
gran parte.
Se
acabó, no diré nada más al respecto. Pero voy a acabar esto con
una reflexión: “En Abril, aguas mil”
y si así fue Marzo, no me quiero imaginar como serán las “aguas
mil” este año.
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