martes, 31 de julio de 2012

La mañana del resto de su vida.

La veía con otros ojos desde aquella mañana de verano en que despertamos juntos, uno al lado del otro, respirando nuestros aromas, mezclando nuestros alientos. La noche anterior había sido una locura y creo que ni siquiera llego a recordar cómo llegamos a aquel maravilloso punto de paz, pero así era, habíamos pasado una noche maravillosa e inolvidable.

Desperté antes que ella. Pretendía preparar un desayuno decente para darle un buen despertar, pero la verdad es que se me fue el santo al cielo. Aluciné al abrir los ojos y ver que seguía allí, lo que me sorprendía no era el hecho de que no se hubiera ido a la madrugada, sino el hecho de que no lo había soñado, aquello había pasado. No podía dejar de mirarla, observarla admirado. Suena quizá un poco a acosador de película, pero si la conocierais podríais entenderlo. Es simplemente asombrosa.

Me pasé más de media hora tumbado a su lado viéndola respirar con pausa y con un ritmo muy particular. Sus largas pestañas negras delineaban la forma de sus ojos cerrados. Inspiraba paz con solo sentirla dormir. Tenía los labios entreabiertos, húmedos y rosados, siempre tan apetecibles, siempre tan finos pero carnosos, saboreables. Cualquiera diría que estaba despeinada, sin embargo yo la veía salvaje y pasional, con parte del pelo cruzando sus preciosas y frágiles facciones. Aquella suave palidez tan particular de su piel me tenía deslumbrado, la hacía aun mas hermosa con las primeras luces de la mañana reflejándose en ella. Estaba destapada... y desnuda. No parecía tener frío y yo no pensaba taparla si no era así, me negaba a privarme de esa increíble visión, esas curvas, esa suavidad, esas dos pecas en el vientre que me tenían hipnotizado.

La observaba y no podía evitar recordar la noche anterior. Me estremecía de solo pensar en cómo mis manos habían recorrido su cuerpo lentamente, formando un mapa de cada centímetro de su piel en mi memoria. Recordar como mi lengua había saboreado sus pequeños y deliciosos pechos me agitaba. Y no pude evitar sentir un fuerte calor cuando vino a mi memoria su imagen pidiéndome más. Definitivamente la pasión había podido con nosotros la pasada noche y por la mañana no se olía arrepentimiento alguno en la habitación. Por la mañana todo era mejor, nuestro instinto había ganado a la razón. Ahora solo debíamos seguir adelante con todo, enfrentándonos juntos a todo, caminando uno junto al otro por el mismo camino hasta el final.

- Buenos días - dijo ella y abrió los ojos lentamente con una amplia sonrisa.
- Buenos días - contesté y quise darle la bienvenida al resto de su vida, pero no lo hice, no debía precipitarme.

miércoles, 25 de julio de 2012

Pies en aterrizaje.

Hoy voy a plantar mis pies en el suelo, bien firmes. Hoy no me va a mover el viento, no me va a hacer caer la tormenta. Hoy me voy a demostrar que valgo algo más.

Siempre detrás, dejando pasar a los demás. Dejándome a mi misma a un lado, perjudicándome si eso hace falta para que otro esté bien. Sumisa, callada y dispuesta. ¡Pues no me da la gana! Me he cabreado... Y me cabrea más que sea culpa mía por dejarme pisar siempre, que el hecho en si mismo. Me jode profundamente que no se me tome en serio nunca y todo porque no dejo que lo hagan, porque me tomo todo a la ligera y me río de todo, incluso de mi misma, lo cual da pie a que lo hagan todos los que me rodean, está claro. Pero, ¿y si no quiero que esto siga así? ¿y si me da la gana ser alguien más, no ser solo aquella de la que se ríen sin más? Es mi decisión. Me gusta ser como soy, pero no sé pararlo. Necesito alejarme de mi misma a veces para hacerme valer. Y hoy me voy a hacer valer. 

Merezco algo bueno, decente. Merezco ser el primer plato y no el segundo, el tercero, el postre o la decepcionante vuelta a casa después de una gran noche. Merezco ser importante de verdad, ser esa por quien se deja todo de lado, ser la musa de alguien, ser "ella". Pero de lo que creo que merezco a lo que merezco de verdad, parece haber un abismo profundo, oscuro y eterno.

No puedo permitir que siga así. Los puntos sobre las ies y las ies en su lugar. Hay que dejar las cosas claras, sencillas y en bandeja, porque parece que es la única forma de que se entienda. ¿Por qué llegar al punto de cabreo e impotencia para darme cuenta de esto? No lo sé... Pero aquí estoy, pensando como decir las cosas sin llegar a la histeria. Mi límite está cerca y sabiendo como me pongo llegado ese límite, creo que no debo sobrepasarlo.

Bueno... con un poco de suerte haré las cosas sin cagarla. Confianza, fuerza y seguridad, la suerte está sobrevalorada, pero no me vendría nada mal un poco.

viernes, 20 de julio de 2012

Un mal día


Hoy me he pasado gran parte del día tumbada en la cama, mirando al ordenador, sin ver. Cuando he decidido levantarme me he enterado de que he suspendido las dos asignaturas a las que me presenté en Julio, y si, lo primero que pensé fue: "Debo de estar volviéndome idiota". Una persona normal piensa que el profesor es idiota, que le suspendieron, que puedo reclamar nota... Yo no, yo me planteo mi coeficiente intelectual y me considero a mi misma la peor mierda del universo. ¿Dónde está mi autoestima cuando la necesito? 

Escuchar a los demás intentando animarme, pero sin oír. Se convierte todo en un murmullo. Las intenciones de hacerme reír, los ánimos, las bromas, los piropos... todo. Hoy todo eso es un ruido a mi alrededor. Un murmullo persistente, que no me molesta, pero tampoco surte efecto. ¿Qué necesito entonces?

Ahora mismo soy un cóctel. No sé si es tristeza, sensación de estar perdida, encierro, cansancio, bipolaridad, ansiedad... No sé que es. Pero me perturba. Se ha estado alimentando desde hace varios días y ahora lo empiezo a notar, lo empiezo a sentir crecer. Es como si una bola intentara expandirse dentro de mi, no hay espacio suficiente, pero lo sigue intentando, sigue forzando esa expansión. Provoca una presión en el pecho, incomodidad, aceleración del corazón, temblores, apatía absoluta... Bueno, esto último no es exacto, paso de la apatía al cabreo por todo y a la tristeza sin motivo en poco tiempo. Debo decir que prefiero la apatía a la susceptibilidad. Me hace parecer fría, pero al menos la controlo. De todos modos, ¿qué es?

Tal vez, y solo tal vez, sea acumulación. Mis vías de escape se agotan. Y las vías que deseo tener más seguido a mi lado, están desaparecidas. Eso no ayuda y yo no puedo hacer nada por evitarlo tampoco. Tengo que explotar, tengo que descargar, tengo que... ¿Qué estoy haciendo?

miércoles, 11 de julio de 2012

Entre Sabinas anda la cosa...


Escuchaba esta maravillosa canción del maestro de los maestros hace unos segundos. La escuchaba como siempre, cantándola a grito pelado como si me fuera la vida en ello. Pero hoy cuando ha sonado ya por tercera vez (cabe decir que es de mis canciones favoritas) me ha venido a la cabeza una frase, solo una frase que me ha hecho abrir el blog y ponerme a escribir. 

-No quiero llegar a los sesenta y largos y pensar "quién me ha robado el mes de abril?"-

Soy una cobarde, lo he sido siempre, en algunas cosas más que en otras. Pero de un tiempo a esta parte es como si el miedo me atara por completo casi siempre. Cuando menos miedo debería tener, más me acojono. La pasión se me escapa por la boca y acabo perdiendo hasta vitalidad, por decirlo así. Y si por culpa de esta actitud tan de avestruz acabo llegando a una edad en la que pienso "quién me ha robado el mes de abril?".

No quiero que eso suceda. Creo que en momentos como este es cuando pienso que debo cambiar de verdad. Creo que es ahora cuando debo hacerlo, ahora que lo pienso y lo tengo claro. Ahora que Sabina me ha vuelto a enseñar lo que no quiero que me suceda. Ahora que quiero vivir mi tan preciado abril.

lunes, 2 de julio de 2012

Diario de una niña de diez años.

Y aquí estoy, delante de este blog una vez más. Ya no recuerdo por qué lo empecé, y cuando lo recuerdo no acaba de convencerme la razón. Hace dos años esto me parecía lo más sensato, adecuado y positivo para mi. Se suponía que me ayudaría a crecer, que aprendería a ser persona y desarrollaría mi intención de ser escritora. Y sin embargo me he quedado con una especie de diario "privado" donde escribo lo que mi cerebro me dicta, donde plasmo lo que nunca digo; a veces de forma directa, a veces mediante un texto mediocre y personajes planos sin vida. 

No, no le veo mucho sentido a seguir con esto. Pero sigo. Quizá porque nunca me gustó eso de escribir un diario y haciéndolo aquí disimulo mi aprensión a ello. "Escribir diarios es de niñas tontas" pensaba siempre. Y aquí me veis, contando cosas que no le interesan a nadie, escribiendo para ordenar mis ideas y separar conceptos. Con lo estúpido que parece y lo útil que es... ¡Increíble!

Siempre me pasa lo mismo: intento pensar, aclarar mis ideas, decir lo que siento o pienso; pero a menos que lo escriba no lo conseguiré jamás. Disminuye mi nivel intelectual cuanto más intento hablar y al final solo consigo sacar frases incompletas, agramaticales, absurdas... balbuceos a fin de cuentas. Nada concreto ni que tenga sentido. Si es que no me entiendo ni yo. Pero me pongo a escribir y los pliegues de mis pensamientos se estiran. Es como tener un papel doblado en mil partes y poco a poco ir desdoblándolo y adivinando lo que tiene escrito. Y solo lo consigo cuando escribo. No se comunicarme hablando, pero dame un bolígrafo y un papel y pasaré de un tema a otro hasta que conozcas todo mi ser. Eso soy yo.

La gente no lo acaba de entender. Y yo tampoco, la verdad. Se me hace complicado entenderme a mi misma, soy un mundo a parte a veces. Es como si viniera de otro planeta y nadie pudiera entender lo que digo o hago. Pero lo peor de todo es que en ocasiones yo misma no lo comprendo del todo. Creo que por esa misma razón es por lo que me gustan las cosas simples, que me digan las cosas de forma directa, sin sutilezas. Yo soy tan complicada y absurdamente sutil que necesito que conmigo hagan lo contrario para compensar.

Cambiar cambiar cambiar. Eso es lo que necesito de verdad. No a este estúpido blog con forma de diario de niña de diez años. Necesito cambiar, o al menos dejar de razonar cada movimiento. Mi corazón se aburre de mi porque ya no le dejo actuar. Y mi cerebro se empieza a agobiar con tanto trabajo. Debo equilibrar ambas partes o no conseguiré nada. 

Pero de momento y hasta que consiga saber al menos como comunicarme hablando y sin tener que escribir, seguiré aquí cada poco, diciéndole a nadie cosas que no le interesan.