viernes, 18 de mayo de 2012

Indignada ante las indignadas

Hoy me indigno, pero no como se indignan todos en estos tiempos de crisis y mediocres políticos. No, yo hoy estoy siendo más frívola. He querido despejarme un poco de toda la locura actual que acarrea la situación económica y política, para lo cual me he puesto a hacer una de las cosas que más me gusta y, lamentablemente, menos hago: leer. 

El caso es que, a falta de tiempo, cogí para releer algunos de los cuentos infantiles más conocidos (sobre todo por las niñas, las adolescentes, las jóvenes y alguna mujer soñadora), no voy a gastar mis energías en decir cuales, ya que doy por hecho que sabéis a cuales me refiero, pero para resumir diré que se trata de los cuentos de tipo:

  • Chica es muy desdichada.
  • Chico quiere conocer el amor.
  • La magia mete mano en la historia para unir a los personajes.
  • Chico se enamora de chica.
  • Chico salva a la chica de todos sus males.
  • Chica le jura amor eterno.
  • Viven felices y comen perdices.
Si señores. Los cuentos de los príncipes azules. De mis favoritos he de decir (aunque soy más fan del Patito Feo). Lamentablemente han creado unas expectativas que hoy en día no se cumplen. Y ellas lo empiezan a notar, queridos creadores de cuentos de hadas. Ellas se quejan. Y es ahí donde quiero llegar, a que ellas se quejan. 

Es posible (es más, muy posible diría yo) que yo tenga una interpretación bastante libre en lo que a este tema se refiere. Pero hoy, ahora mismo, siento la necesidad incorruptible de dejar claro que estáis equivocadas. Todas vosotras, las mismas que os pasáis la vida diciendo "el príncipe azul no existe" o "culpo a Disney por mis altas expectativas en cuanto a hombres". Todas y cada una de vosotras, quejicas por naturaleza, estáis equivocadas. Con esto no quiero decir que haya por ahí un hombre vestido con mallas y capa azul subido a un caballo esperando salvaros en el momento adecuado. Para nada, no creáis tampoco que estoy psicótica perdida y necesito medicación (tampoco lo descartéis, dicho sea de paso). Pero me refiero a que no habéis pillado el mensaje de estas historias, no ese mensaje machista que dice que las mujeres solo podemos ser salvadas por los hombres porque no nos valemos por nosotras mismas. No, ese no, feministas escondidas (que sé que estáis detrás de cada queja sobre los príncipes azules). Quiero decir que desde pequeñas, desde que leísteis por primera vez la historia de la Cenicienta o de Rapunzel, en vuestras cabezas solo quedó la idea del hombre salvador que estaría siempre a vuestro servicio, que os amaría incondicionalmente, que sería alto, guapo y con grandes habilidades en todos los aspectos de la vida. Un hombre perfecto que solo sería vuestro. Y no queridas, eso no existe, el sentido común pide a gritos que no exista algo así.

Pensando en ese modelo de hombre perfecto os habéis perdido lo más importante y estáis buscando algo equivocado. Siguiendo con estas historias, ellas nunca se quedaron sentadas esperando a que él las encontrase, ellas se movían y conquistaban aquello que deseaban (si, hablo de deseo y no de amor). Por otro lado, los cuentos crearon tan solo lo que queríamos leer, algo idílico, algo que claramente no podía existir, de la misma forma que una Barbie no puede existir en la vida real. Os habéis pasado tanto tiempo buscando a ese semental perfecto y casi divino (basado obviamente en los héroes grecolatinos) que no os habéis puesto a pensar que realmente los personajes eran perfectos el uno para el otro. Estaba claro que el príncipe azul acabaría con Cenicienta a pesar de que sus hermanastras y otras muchas mujeres lo intentaran, porque él era perfecto para ella. Ella no busco el príncipe azul, buscó aquel que la hacía más feliz. Dio la casualidad de que se trataba de un príncipe cuasi perfecto, pero ella no buscaba eso, ella buscaba al hombre que estaba hecho para hacerla feliz.

Está claro, los cuentos no están equivocados, lo estáis vosotras que buscáis un ideal en lugar de buscar lo real. No busques al príncipe azul, busca a aquel príncipe que aunque imperfecto, sea perfecto para ti. Sentarse a esperar que un hombre vestido de azul venga a cumplir tus expectativas salvándote de todos tus males es un error. Levántate, vive y no te conformes con lo aparentemente ideal. Busca aquello que encaja contigo, que es tu pieza perdida y no tu príncipe azul salvador. Dará la casualidad de que ese hombre que come, bebe, caga y seguramente discuta alguna vez, será el príncipe azul que tú buscabas y uno del montón para las demás, porque estaréis hechos el uno para el otro, y nada más. 

sábado, 12 de mayo de 2012

Start

Hora de empezar otra vez. Pero no desde cero. Toca empezar teniendo en cuenta todo lo sucedido, teniendo en cuenta todos los sentimientos, pensamientos, sensaciones, acciones y palabras que han cobrado sentido de repente. Toca levantarme, decir "basta" y seguir adelante. Sin prisa, sin pausa, sin parar. 

Estaba cansada de seguir caminando, estaba cansada de seguir adelante. Estaba cansada de estar sentada sin poder moverme. Estaba cansada de sentirme y no sentirme. Hoy quiero empezar otra vez, desde donde lo dejé. Continuar el paso, no rendirme otra vez, no buscar la forma de desviarme del camino, no dejarme caer sin más. Pienso seguir caminando aunque tropiece, seré como esas personas que tropiezan por la calle y hacen todo un baile extraño antes de caer que acaban con una mirada alrededor para ver si alguien estaba mirando. Seré de esas personas que parece que tropiezan pero siguen adelante con la cabeza bien alta, como si nada hubiera pasado. Esa persona quiero ser a partir de ahora. Porque estoy cansada de cansarme, de caerme y no querer levantarme. De no querer levantarme aun sin haberme caído. 

Hoy, aprovechando mi buen humor, me propongo seguir adelante. Seguir desde donde guardé partida la última vez, con los items de la última vez, con la misma armadura abollada. Hoy me encuentro a mi misma con ganas de seguir, y no voy a desaprovechar la oportunidad. Voy a tomar este empujón con el que me he despertado y voy a usarlo hasta el final. Puedo con ello. Sé que puedo.