lunes, 29 de abril de 2013

Nadie

Y entonces, sin querer, te das cuenta de que no hay ningún talento dentro de ti. De pronto eres consciente de que eres de esas personas que están ahí para que los demás caigan en la cuenta de sus propios talentos, pero no estás ahí para demostrar que tienes uno tú también. Porque no lo tienes. 

En ese momento de revelación es cuando decides vivir en base a ello. En la sombra, pasando desapercibido, sin que nadie note tu presencia, porque nadie debe notar tu presencia. Tú solo estás ahí para que, cuando alguien se cruce contigo, sea capaz de ver su propia valía y luego siga su camino. Dejándote a ti donde te encontró. Ese es tu cometido y es eso lo que vas a hacer, cumplir con el plan. 

Porque hay quien destaca en música, en arte, en letras, en ciencias o en su vida social. Pero tú no. No destacas en ningún aspecto. No se te da especialmente mal nada. Tampoco se te da especialmente bien. Tan solo haces cosas. Simplemente no destacas, no tienes un talento, no tienes ese valor especial que se obtiene cuando eres increíblemente bueno en algo. No tienes esa aptitud que sabes que es "lo tuyo". Eso no existe en ti.

Y te has dado cuenta así, sin querer, sin buscar esta revelación. Simplemente apareció ante ti y lo viste claro, eres la sombra de los grandes talentos de este mundo, nadie te recordará cuando hable de como descubrió su habilidad, no aparecerás en la historia, ni en los libros, ni en la memoria de nadie. La gente sabrá que había alguien, pero tu nombre desaparecerá con el viento y tu rostro se perderá junto a él. 

Así que es eso. No hay nada en ti que valga especialmente la pena. Ni para bien, ni para mal. Has sido, eres y serás siempre el reverso de una página en blanco. Y tan solo existes porque los demás solo son conscientes de su gran seña cuando se cruzan contigo. Esa es tu misión: no ser nadie.

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