Últimamente
tengo la imperiosa necesidad de moverme. No me refiero a parecer uno
de esos muñecos que se mueven y bailan como idiotas, esos me dan
demasiado mal rollo como para querer ser uno de ellos. Me refiero más
bien a una necesidad de movimiento, de no quedarme estancada, de
hacer cosas y avanzar, de algún modo.
Desde
que empecé este blog hace ya mucho tiempo (los dinosaurios moraban
por aquel entonces, creo recordar que un velociraptor vecino se había
liado con un T-Rex) las cosas han cambiado. Con cosas me refiero a...
todo. Desde mi forma de expresarme hasta mis ideas, mis visiones de
futuro y mi actitud ante la vida. Han sido cambios graduales, casi no
los he notado, ni yo ni nadie, la verdad. Es lo normal, todo el mundo
cambia, sobre todo a ciertas edades. Unos cambian para mejor, otros
para peor y otros, lamentablemente, se estancan. Creo sinceramente
que mi cambio hasta ahora fue para mejor. Aprendí a sacar lo mejor
de mí misma cuando era necesario, a demostrarme que puedo ser
increíble. Mi padre siempre dice que puedes hacer lo que quieras,
pero que hagas lo que hagas, intentes ser el mejor en ello. Puedo
asegurar que ha sido así.
Lo
cierto es que de un tiempo a esta parte me he encontrado con algunas
dudas existenciales, ciertas incertidumbres hacia mi futuro. Me he
topado con una yo que no tiene ni idea de por qué está donde está
o hace lo que hace. Me vi en un punto en el que hago las cosas por
hacerlas. Voy en automático y de repente, cuando me he puesto a
pesar, me he dado cuenta de que no tenía motivaciones más allá de
mi tozudez.
Con
respecto a mi idea de ser escritora, las cosas han cambiado demasiado
desde la primera vez que dije que quería serlo. No descarto la idea
de publicar algún día algún libro de cuentos o un libro de ensayos
sobre mí misma. Pero hoy por hoy no es mi prioridad, ni mi sueño.
Se ha convertido en un deseo que solo me tortura a medida que pasa el
tiempo. El darme cuenta de que ahora mismo no soy capaz de ello, de
que no tengo el talento que me gustaría tener, de que sueno a otras
mil cosas que ya existen o de que no tengo ideas y me bloqueo ante un
papel en blanco, es una tortura. Escribir es maravilloso, casi tanto
como leer, y al parecer sabe hacerlo todo el mundo, menos yo. Así
que he decidido aparcarlo de momento, dejarlo como lo que es desde
hace mucho, un hobby que me ayuda a distenderme y a descargarme. Este
será mi lado oscuro.
Por
otro lado, al darme cuenta de que, al menos de momento, esto es solo
un hobby mi carrera se ha vuelto un poco absurda. Empecé Filología
porque amo las letras, leer y escribir. Nunca me gustó estudiar
literatura, amo leer por gusto pero no por obligación o porque en
algún momento ese escritor fue un señor muy sufrido y ahora es muy
famoso. Quiero meterme en una historia, en sus páginas y en sus
entrelíneas. Quiero entender la historia externa de cada libro y
escritor porque el libro me ha dejado con ese regusto a curiosidad y
no porque un profesor opine que debo saberlo y plasmarlo en un
examen. Las clases de literatura siempre me han desquiciado bastante,
esos límites de lectura han conseguido que me aparte de los libros
poco a poco. Así que cuando empecé Filología no lo hice por la
literatura, sino más bien por la parte técnica, la sintaxis, la
gramática, la lexicología y la morfología. Yo quería bordar un
análisis morfosintáctico y desentrañar cada parte de un texto.
No
sé si fue el sistema educativo de la Universidad de Coruña, la
panda de profesores, decanos y rectores que cobran un sueldo
inmerecido o la cantidad de alumnos que me hicieron sentir mediocre
haciendo parecer todo ello mucho más fácil de lo que me parecía
que era. Pero perdí el gusto por la carrera en segundo. En ese
momento decidí no abandonarla porque aun estaba todo por empezar y
no tenía intención de abandonar sin darle otra oportunidad tras mi
primera malísima impresión. Pero en tercero la cosa no mejoró y en
cuarto se me hizo todo demasiado cuesta arriba, el solo pensar en
asistir a clase o en presentar trabajos... o en leer un libro, acabó
por deprimirme un poco. Desde tercero estoy acabando la carrera por
acabarla, son pocas las asignaturas que me han gustado o los
profesores que puedo destacar por buenos y que después de cuatro
años sea ese el resumen global, es bastante triste.
Soy
de esas terribles alumnas que deben pasar mínimo un año más en la
carrera para poder acabarla. Lo que significa seguir subiendo allí,
asistiendo a clases, hablando con profesores y haciendo trabajos y
ejercicios que no me interesan durante un año más, como mínimo.
Eso sin tener en cuenta el precio desorbitado que estoy pagando cada
año, el Trabajo de Fin de Grado y el hecho de que no tengo intención
de hacer un Máster, lo que significa que mi Grado, por sí solo, no
vale nada (o casi nada, para los que os ponéis quisquillosos). Me
dan ganas de irme al carajo con solo pensar en ello. Así que
mientras me preparo para acabar este curso me he puesto en búsqueda
y captura de un nuevo camino. La idea es empezar con algo distinto.
Encontrar algo que me guste y hacerlo. Creo que he encontrado algo
que podría gustarme y que me valdría para algo más que para
comerme los mocos. No diré de qué se trata porque es obvio que aun
no es algo seguro y pretendo no emocionarme antes de tiempo. La idea
es magnífica, al menos a mí me gusta bastante, pero hasta que no
sea algo fijo prefiero callar.
El
nuevo camino está a la vista, solo tengo que cogerlo. Ya que hay
cosas por las que no puedo hacer nada más que esperar, creo que está
bien que me mueva de algún modo. Estoy bastante cansada de querer
cosas y no tenerlas o no hacerlas. Igual va siendo hora de que no
solo las desee sino que además las haga mías. Sé que no seré
capaz de algo así de forma drástica, pero empezaré con pequeñas
cosas, la idea es no olvidarme de vivir y recordar que puedo hacer
lo que quiera, pero que haga lo que haga debo ser increíble en ello.
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