lunes, 6 de mayo de 2013

Movimiento


Últimamente tengo la imperiosa necesidad de moverme. No me refiero a parecer uno de esos muñecos que se mueven y bailan como idiotas, esos me dan demasiado mal rollo como para querer ser uno de ellos. Me refiero más bien a una necesidad de movimiento, de no quedarme estancada, de hacer cosas y avanzar, de algún modo.
Desde que empecé este blog hace ya mucho tiempo (los dinosaurios moraban por aquel entonces, creo recordar que un velociraptor vecino se había liado con un T-Rex) las cosas han cambiado. Con cosas me refiero a... todo. Desde mi forma de expresarme hasta mis ideas, mis visiones de futuro y mi actitud ante la vida. Han sido cambios graduales, casi no los he notado, ni yo ni nadie, la verdad. Es lo normal, todo el mundo cambia, sobre todo a ciertas edades. Unos cambian para mejor, otros para peor y otros, lamentablemente, se estancan. Creo sinceramente que mi cambio hasta ahora fue para mejor. Aprendí a sacar lo mejor de mí misma cuando era necesario, a demostrarme que puedo ser increíble. Mi padre siempre dice que puedes hacer lo que quieras, pero que hagas lo que hagas, intentes ser el mejor en ello. Puedo asegurar que ha sido así.
Lo cierto es que de un tiempo a esta parte me he encontrado con algunas dudas existenciales, ciertas incertidumbres hacia mi futuro. Me he topado con una yo que no tiene ni idea de por qué está donde está o hace lo que hace. Me vi en un punto en el que hago las cosas por hacerlas. Voy en automático y de repente, cuando me he puesto a pesar, me he dado cuenta de que no tenía motivaciones más allá de mi tozudez.
Con respecto a mi idea de ser escritora, las cosas han cambiado demasiado desde la primera vez que dije que quería serlo. No descarto la idea de publicar algún día algún libro de cuentos o un libro de ensayos sobre mí misma. Pero hoy por hoy no es mi prioridad, ni mi sueño. Se ha convertido en un deseo que solo me tortura a medida que pasa el tiempo. El darme cuenta de que ahora mismo no soy capaz de ello, de que no tengo el talento que me gustaría tener, de que sueno a otras mil cosas que ya existen o de que no tengo ideas y me bloqueo ante un papel en blanco, es una tortura. Escribir es maravilloso, casi tanto como leer, y al parecer sabe hacerlo todo el mundo, menos yo. Así que he decidido aparcarlo de momento, dejarlo como lo que es desde hace mucho, un hobby que me ayuda a distenderme y a descargarme. Este será mi lado oscuro.
Por otro lado, al darme cuenta de que, al menos de momento, esto es solo un hobby mi carrera se ha vuelto un poco absurda. Empecé Filología porque amo las letras, leer y escribir. Nunca me gustó estudiar literatura, amo leer por gusto pero no por obligación o porque en algún momento ese escritor fue un señor muy sufrido y ahora es muy famoso. Quiero meterme en una historia, en sus páginas y en sus entrelíneas. Quiero entender la historia externa de cada libro y escritor porque el libro me ha dejado con ese regusto a curiosidad y no porque un profesor opine que debo saberlo y plasmarlo en un examen. Las clases de literatura siempre me han desquiciado bastante, esos límites de lectura han conseguido que me aparte de los libros poco a poco. Así que cuando empecé Filología no lo hice por la literatura, sino más bien por la parte técnica, la sintaxis, la gramática, la lexicología y la morfología. Yo quería bordar un análisis morfosintáctico y desentrañar cada parte de un texto.
No sé si fue el sistema educativo de la Universidad de Coruña, la panda de profesores, decanos y rectores que cobran un sueldo inmerecido o la cantidad de alumnos que me hicieron sentir mediocre haciendo parecer todo ello mucho más fácil de lo que me parecía que era. Pero perdí el gusto por la carrera en segundo. En ese momento decidí no abandonarla porque aun estaba todo por empezar y no tenía intención de abandonar sin darle otra oportunidad tras mi primera malísima impresión. Pero en tercero la cosa no mejoró y en cuarto se me hizo todo demasiado cuesta arriba, el solo pensar en asistir a clase o en presentar trabajos... o en leer un libro, acabó por deprimirme un poco. Desde tercero estoy acabando la carrera por acabarla, son pocas las asignaturas que me han gustado o los profesores que puedo destacar por buenos y que después de cuatro años sea ese el resumen global, es bastante triste.
Soy de esas terribles alumnas que deben pasar mínimo un año más en la carrera para poder acabarla. Lo que significa seguir subiendo allí, asistiendo a clases, hablando con profesores y haciendo trabajos y ejercicios que no me interesan durante un año más, como mínimo. Eso sin tener en cuenta el precio desorbitado que estoy pagando cada año, el Trabajo de Fin de Grado y el hecho de que no tengo intención de hacer un Máster, lo que significa que mi Grado, por sí solo, no vale nada (o casi nada, para los que os ponéis quisquillosos). Me dan ganas de irme al carajo con solo pensar en ello. Así que mientras me preparo para acabar este curso me he puesto en búsqueda y captura de un nuevo camino. La idea es empezar con algo distinto. Encontrar algo que me guste y hacerlo. Creo que he encontrado algo que podría gustarme y que me valdría para algo más que para comerme los mocos. No diré de qué se trata porque es obvio que aun no es algo seguro y pretendo no emocionarme antes de tiempo. La idea es magnífica, al menos a mí me gusta bastante, pero hasta que no sea algo fijo prefiero callar.
El nuevo camino está a la vista, solo tengo que cogerlo. Ya que hay cosas por las que no puedo hacer nada más que esperar, creo que está bien que me mueva de algún modo. Estoy bastante cansada de querer cosas y no tenerlas o no hacerlas. Igual va siendo hora de que no solo las desee sino que además las haga mías. Sé que no seré capaz de algo así de forma drástica, pero empezaré con pequeñas cosas, la idea es no olvidarme de vivir y recordar que puedo hacer lo que quiera, pero que haga lo que haga debo ser increíble en ello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario