miércoles, 9 de enero de 2013

Seis de la mañana.

Errores y más errores. Cagadas, hablar de más, hablar de menos. Hacer algo sabiendo que no acabará como me gustaría. Un tropiezo detrás de otro.

Teniendo en cuenta que eran las seis de la mañana y yo seguía sin poder dormirme, puedo decir que ha sido una noche muy larga, con mucho en que pensar... Con muchas cosas que han vuelto a mi de la nada. Bueno, más bien de una canción en concreto que, por cierto, pretendo no volver a oír en mucho tiempo... Tampoco es que sea tan buena, la verdad.

Pensar, pensar, pensar, pensar. Y recordar, recordarlo todo. O casi todo. Porque mi cerebro ha decidido recordarme solo lo que echo de menos. Él es así. Y debo decir que es absolutamente frustrante estar en la cama, queriendo dormir porque hay necesidad de ello y que te venga a la mente aquel olor tan particular de una manera tan viva que puedas casi sentirlo de verdad. Que ganas de gritar y romper cosas. Y con cosas me refiero a brazos, piernas, caras y columnas.

Eso por un lado, porque por el otro decidí reflexionar sobre todo aquello que he hecho y que me ha pasado desde hace como año y medio atrás hasta ahora, más o menos. Está claro que la autotortura esta muy bien vista por mi pequeña cabecita. Tras ver todo eso, desde el punto de vista más desastroso que os podáis imaginar, me di cuenta de que faltaban unos pocos minutos para las seis y me empece a plantear lo de levantarme y ponerme a estudiar. JA! Al final creo que me llegué a dormir sobre las seis y media más o menos. 

Y os preguntaréis a qué viene toda esta mierda. Pues no lo sé. Ni me importa, la verdad. Tengo sueño, estoy muy cansada de todo y a mayores tengo que estudiar. Yo soy así. Una cagada detrás de otra, sin prisa pero sin pausa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario