domingo, 13 de enero de 2013

Microcuento

Cansada de los mismos pensamientos día y noche, aquella mañana tomó la decisión. Ordenó la casa, dio de comer a su perro, sacó la ropa del tendedero y se sentó en el sofá, frente a la ventana, observando el maravilloso paisaje de la ciudad en auge. Tras unos minutos de silencio saltó por la ventana de aquel noveno piso. Mientras caía comenzó a sonreír y a pensar en lo fácil que había resultado. Nadie se percató del rastro de sangre ni de los trozos de cerebro esparcidos por la acera. Nadie la echó de menos ni se preguntó qué había sido de aquella muchacha taciturna del noveno izquierda.

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