domingo, 18 de julio de 2010

Nada

No sale nada. No soy capaz de escribir algo que me convenza a mi. Y si no me gusta a mi, que soy quien escribe, ¿cómo voy a lograr que le guste a los lectores?
Tengo muchos comienzos, pero nunca encuentro los finales adecuados. Encuentro buenas historias, pero siempre pierdo el desenlace final. Parecía más fácil antes, encontraba los cuentos en mi cabeza como si hubiera una fábrica dentro de mi que los fuera empaquetando. Estaba todo ahí, las ideas, los personajes, las líneas, las metáforas, todo, todo sin excepción. Encontraba una idea y al escribirla las demás salían solas. ¿Qué pasó con eso? ¿Dónde quedó mi imaginación?
Todo debe ser producto del estrés mental que produce el contexto de mi vida últimamente, tantos cambios, tantas causas seguidas de su efectos, tantas rarezas y desmembramientos. Todo ello debe ser el principio de mi perdida de ideas, imaginación, o como queráis llamarlo. De cualquier manera, ahora que las cosas empiezan a estabilizarse, que mis cortas vacaciones han llegado y que tengo unas ganas enormes de acabar algunos cuentos cortos, creo que es el momento de volver a intentarlo, de respirar profundo delante de mi página en blanco y comenzar a soltarlo todo.
Será difícil supongo, pero siempre digo que las cosas más difíciles y complicadas de alcanzar son las que tienen mejores resultados si sigues intentándolo, y a mi los imposibles me atraen demasiado como para dejarlos escapar.
Próximamente espero traer un cuento corto a este pequeño blog que solo yo leo, de momento, voy a intentar seguir con este nuevo y extraño día.

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