miércoles, 21 de julio de 2010

Extraño sentimiento

Una extraña felicidad se apoderó de mi esta mañana. Aunque tenía razón de ser, a mi me parecía extraña, ya que se había mezclado con otros sentimientos que aun no tienen sentido. Sentimientos confusos que no sé exactamente qué significan o qué quieren de mi.
No es tristeza, ni desesperación. No es culpa. No sé realmente qué es, ni como llego a mi. Pero ahí están, y se mezclan con la plena felicidad y liberación que debería sentir, pero no siento.
Hoy es un día extraño. Los últimos días fueron extraños. Desde aquella despedida, todo es extraño, quizá haya comenzado en ese momento todo este embrollo, quizá por eso la alegría que me han dado hoy, no es tan alegre.
Cuando hablo de despedida no me refiero a dejar a alguien en un aeropuerto, ni a ver partir a alguien desde el tren; tampoco me refiero a una despedida de curso, no... Yo hablo de algo más drástico, bastante más drástico. Hace una semana atrás lo maté con un abrecartas. Murió tras veintisiete puñaladas en el pecho, pierna y cuello. Todo sucedió en su despacho por la mañana, antes de comenzar su reunión de las nueve.
¿Que por qué lo hice? No lo sé, realmente. Él sonreía de esa manera tan arrogante, mirándome el pecho, buscando sexo matutino de una mujer que sólo buscaba ayuda. Y yo, que me sentía infravalorada, asqueada y realmente cabreada al ver que ese gran hijo de puta intentaba aprovecharse de mi, sin mediar palabra cogí su abrecartas. Quizá os resulte irracional por mi parte, pero a mi me sentó de muerte. Nunca mejor dicho.
Aún no sé como logré escapar de aquella oficina sin manchas de sangre y con toda tranquilidad. Quizá el estrés de los días anteriores había desaparecido con aquello, y de ahí mi relax. Pero todo esto no explica por qué hoy al saber que aprobé mi asignatura pendiente no estaba liberada, feliz y con ganas de celebrarlo. ¿Acaso asesinar a aquel profesor una semana antes me pudo dejar alguna marca? Lo dudo.
Debo repasar con tranquilidad los últimos días, después del suceso, claro. Mis movimientos fueron claros, sosegados, los de siempre. ¿Qué falla? Piensa pequeña, piensa, algo se te está pasando... ¡Ya sé! Claro, debí pensarlo antes. Hace una semana debía ir a buscar las sábanas a la tintorería. Eso es, soy demasiado perfeccionista y el saber que algo se me olvidaba, sin saber qué era, me estaba matando. Y tiene gracia que hable ahora de matar, ja ja ja.
Ahora que lo sé, iré a recogerlas y en cuanto salga de allí, ¡a celebrar mi asignatura aprobada!

No hay comentarios:

Publicar un comentario