jueves, 25 de julio de 2013

La triste historia del limón que amaba al enchufe.

Llevaba años transmitiendo historias reales, ficticias e inventadas a niños y adultos, pero aquel día la historia me la contaron a mí. Era una historia tan trágica como increíble, y en contra de todo pronóstico, real. Era la triste historia del limón que amaba al enchufe.
El hombre limón era sencillo, trabajador y muy divertido, si te gusta su humor ácido. Tenía una rutina muy marcada que seguía cada día al pie de la letra. Se despertaba a las seis de la mañana y tomaba una ducha fría en el fregadero de la cocina de los Smith, desayunaba un zumo de naranja, se colocaba su corbata rosa, cogía su maletín y salía a trabajar. Su trabajo consistía en repartir el correo de las oficinas centrales de la verdulería, era un trabajo simple, pero él se lo tomaba muy en serio.
Un viernes que volvía cansado a casa después de un duro día de trabajo se fijó por primera vez en aquel rincón de la cocina. Parecía nuevo, diferente, olía distinto. Era maravilloso, tenía algo espectacular que él aun no sabía identificar, así que se acercó a aquel rincón con su maletín en la mano y cara de sorpresa. Al sentarse allí descubrió que a su lado había algo hermoso, demasiado hermoso como para ser cierto, y tuvo la tentación de acariciarlo, pero la timidez que le embargó le sonrojó las mejillas y le hizo salir corriendo.
Aquella noche no durmió al descubrir que se trataba de un enchufe y trazó lo que él creía que sería el plan perfecto para conquistar su amor y vivir juntos el resto de su vida. Salió por la mañana temprano y se puso su mejor corbata y su mejor sombrero, recogió unas flores del jardín de la señora Smith y se acercó, sonrojado y con la emoción pintada en la cara, esperando declararle su amor y ser correspondido. Por el camino, había imaginado toda una vida a su lado, él trabajando para mantener a sus hijos, pequeños enchufes y pequeños limones que estudiarían mucho y serían el orgullo de su madre enchufe.
Cuando llegó a aquel rincón su corazón se paralizó y las flores que con tanto mimo había recogido, cayeron al suelo. El tiempo se paró a su alrededor y la imagen de aquel cargador de móvil enchufado en su amada, quedó grabado en su mente para siempre. El hombre limón empezó a gritar y a llorar zumo de limón desconsoladamente, estaba desesperado y ni las mandarinas ni las cerezas supieron calmarlo. Esa misma noche, después de mucho penar y sufrir, supo cual debía ser el siguiente paso.
Cuando los Smith y todos sus vecinos de la nevera dormían, el hombre limón se acercó al exprimidor y lo encendió. En silencio subió al microondas y desde allí, donde podía ver a su amado enchufe con aquel cargador, se despidió llorando y saltó hacia el exprimidor, que le daría fin a su corta vida.

Este es el final de la terrible historia del hombre limón y su amor imposible. No sintáis pena por él, ahora es más feliz porque su zumo hizo felices a los niños de los Smith aquel verano. El enchufe no volvió a ser el mismo, pero continuó su pasional amor con aquel cargador que de vez en cuando lo visitaba.

Idea original y futuras ilustraciones: Jimi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario