Es
inimaginable la cantidad de veces que pienso en escribir sobre algún
tema, o desarrollar alguna historia, y cinco minutos después me
encuentro a mí misma pensando en cientos de ejemplos que ya hablan
sobre ello. Es frustrante pensar que ya está todo escrito.
A
veces creo que ya se ha hablado de todo, que no queda nada nuevo por
contar. Otra veces pienso que simplemente soy yo, que ya no tengo
imaginación y me he convertido en un amago de pseudo-escritora que
se limita a imitar viejas glorias, viejos temas que ya están más
que gastados. La verdad es que no sé exactamente cuál de las dos
opciones es la correcta (quizá sea la segunda) pero lo que está
claro, es que no salgo de los temas de siempre.
Todo
el mundo escribe sobre lo mismo. Hacer una crítica a la
socio-política actual es ridículo, no queda nadie en este universo
con aptitudes para el habla o la escritura que no lo haya hecho ya.
Hablar de amor sería casi peor, no solo porque es un tema prostituta
(y prostituta barata, además), sino también porque sería hablar
sobre algo que no acabo de entender y que no va del todo conmigo.
Claro que podría desarrollar el hecho de que no acabo de entender el
amor o de que no creo que exista, pero ¿no es acaso eso mismo otro
tópico gastado? Y aquí no me refiero solo al amor de una pareja,
ese amor juvenil y pasional, en absoluto, cuando digo amor estoy
englobando todo tipo de amor, sea amor por la familia, como por los
amigos, como por la patria o por el perro de tu vecina, ese que
siempre te visita y al que le das una galletita solo porque pone esa
carita que tanto adoras. Todo tipo de amor ha sido utilizado y más
que utilizado en casi todos los ámbitos de la escritura, la
televisión, el cine o la vida, en general. Al fin y al cabo, ¿qué
sería de una película de acción sin la relación de amor que lleva
al protagonista a pelearse contra el mundo entero? ¿o qué sería de
un buen BestSeller sin esa romántica historia principal o secundaria
que nos llena de ternura página a página?... No, hablar de amor es
absurdo, cualquiera con dos dedos de frente puede hacerlo, y como yo
no soy de esas, mejor no lo hago.
Siempre
puedo hablar de la muerte, otro gran tema. Pero la verdad es que
tarde o temprano todas mis historias acaban con algún suicidio,
algún crimen o simplemente la imagen de algún muerto (siempre muy
gráfico y visual, como a mí me gusta), y si sigo hablando siempre
de lo mismo acabaré por suicidarme yo. No se puede negar mi clara
inspiración en cuentos cortos como los de Poe o simplemente en la
cantidad de series policíacas que veo, llega a ser casi obsesivo y
tengo que dejarlo. También he pensado en englobar todos estos
grandes temas en una sola obra magnífica, desafiante y atrevida (así
es como sueño que lo describiría el New York Times), pero no soy
capaz de escribir largas historias, soy más bien de cortas
publicaciones que llevarían como mucho cinco o diez páginas, y con
eso no hago un libro. La fantasía tampoco es lo mio, no
especialmente. Me pierde, me fascina leer fantasía y quedarme
embobada con esos grandiosos mundos donde todo es posible, pero no
soy capaz de crear uno solo que no se parezca un mínimo a alguno de
los grandes mundos fantásticos ya conocidos. Volvemos a mi falta de
imaginación y originalidad.
Creo
que con el tiempo me he decantado por un tipo de escritura más
parecida a los ensayos breves, donde realmente puedo escribir de esos
temas pero desde un punto de vista más personal, más basado en mi
realidad personal, por decirlo de alguna manera. Al fin y al cabo he
convertido este blog en eso mismo, una serie de historias sobre mí
misma, donde no pretendo más que contar aquello que veo, pienso o me
sucede. Y no pretendo contárselo a nadie en particular, es más, me
extraña una barbaridad que haya gente que lee esto (que se agradece,
pero no lo entiendo). Se trata un poco de contármelo a mí, a una yo
que en un futuro no muy lejano volverá a leerlo y sabrá de lo que
hablo o cómo salio de mi cabeza tanta tontería.
La
verdad es que nunca me ha gustado realmente leer ensayos, la mayoría
me resultaban extremadamente aburridos, quizá porque los temas eran
referidos a mis estudios, pero existe un gran mundo de los ensayos
ahí fuera. Un mundo que nadie lee porque todos tienen en la cabeza
la misma idea que yo sobre los ensayos. Pero para quien se encuentra
en este entresijo con los tópicos de las novelas, supongo que es
habitual llegar a la misma conclusión que he llegado yo.
No
es que haya decidido dedicarme a los ensayos por completo, ni mucho
menos. Me encanta contar cuentos e inventarme historias para los
demás. Lo que pasa es que creo que se me da mejor contarlas a viva
voz e inventarlas sobre la marcha, siempre me han quedado mejores
historias así. De la misma forma se me da mejor desarrollar un tema
cualquiera, sobre todo sobre mi vida, de manera no novelesca. Soy
algo más ensayista de lo que siempre creí que era por culpa del uso
indiscriminado de los mismos temas, que los escritores desarrollan
una y otra vez, con los mismos esquemas y las mismas bases, que por
alguna razón a los lectores nos siguen pareciendo “magníficos,
desafiantes y atrevidos”.