sábado, 11 de enero de 2014

Yo: un fenix importante.

Hace tiempo que no escribo. Quizá porque me daba una pereza brutal seguir con el Diario de Viaje (con el que prometo que seguiré, don't worry) y porque he estado bastante ocupada con la nueva carrera y mi sensación de plenitud total, no quería fastidiar esa maravillosa sensación que desbordaba mi pecho. Pero estas navidades han sido las primeras que no me han gustado en absoluto, es la primera vez que casi desde el principio deseo que acaben. Y no esperaba acabar tan tocada. Porque si habitualmente estoy como una cabra, no os podéis imaginar lo que soy ahora mismo. No sé ni lo que digo la mitad de las veces, así que no sé ni como acabará esta publicación.

Por razones que no vienen al caso me he encontrado con una yo bastante triste y angustiada, con ese nudo en la garganta y el estómago que no acaban de desaparecer nunca y están presentes aun cuando intentas seguir adelante. Viendo "Harry Potter" (la segunda, para ser exacta) reparé en un concepto que siempre me ha gustado pero que nunca había destacado especialmente, el Fenix. Esa capacidad que tiene el Fenix de renacer de sus cenizas, de volver a surgir de su propio final me tiene fascinada. Me resulta admirable una criatura legendaria que es capaz de hacer algo tan necesario como volver a nacer cuando se ha tocado el fondo.

Creo que es importante que diga que no creo haber tocado fondo, pero creo que es hora de volver a mirar hacia fuera, de volver a sentirme bien y volver con mayor fuerza, como si la carrera acabase de empezar y yo tuviera toda la energía aun por gastar. Quiero renacer, quiero pasar página, entender que las cosas pasan y que no por ello debo quedarme atrás o estancada recordándolo. Los recuerdos son para quienes no viven el día a día y yo no quiero ser de esos. Yo quiero despertarme mañana y tener ganas de salir de la cama. Quiero tener sexo salvaje y apasionado, leer cada palabra de un libro fascinante, sonreír cuando llegan quienes me importan y reírme a carcajadas cada día. Quiero emocionarme con las películas, viajar sola y acompañada, escuchar canciones y bailar como si no me pudiese ver nadie. Quiero comer chocolate hasta hartarme y probar todo tipo de sabores. Quiero jugar al billar, a los bolos y a juegos de mesa, disfrutar con otros y conmigo misma. 

Eso es. Quiero disfrutar conmigo misma. Porque yo soy importante, soy especial, puedo dar muchísimo y exijo recibir lo mismo. Sé estar, escuchar, atender, participar, divertirme. Sé ser una idiota graciosa cuando hace falta y sé quedarme callada y abrazar a quien lo necesite. No soy perfecta y no quiero serlo, porque estoy bien como estoy, os guste o no. (Necesitaba recordar esto).

Es el momento de apartarme de mi propia lluvia de mierda, mirar hacia afuera y empezar a correr otra vez. He tomado la firme decisión de no volver a pararme o a volverme loca yo sola, de no volver a llorar sin sentido y de no volver a dudar de mí misma, porque soy lo suficientemente fuerte como para afrontar mis decisiones y porque no pienso volver a dejarme caer. No me da la gana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario