Llevaba
años transmitiendo historias reales, ficticias e inventadas a niños
y adultos, pero aquel día la historia me la contaron a mí. Era una
historia tan trágica como increíble, y en contra de todo
pronóstico, real. Era la triste historia del limón que amaba al
enchufe.
El
hombre limón era sencillo, trabajador y muy divertido, si te gusta
su humor ácido. Tenía una rutina muy marcada que seguía cada día
al pie de la letra. Se despertaba a las seis de la mañana y tomaba
una ducha fría en el fregadero de la cocina de los Smith, desayunaba
un zumo de naranja, se colocaba su corbata rosa, cogía su maletín y
salía a trabajar. Su trabajo consistía en repartir el correo de las
oficinas centrales de la verdulería, era un trabajo simple, pero él
se lo tomaba muy en serio.
Un
viernes que volvía cansado a casa después de un duro día de
trabajo se fijó por primera vez en aquel rincón de la cocina.
Parecía nuevo, diferente, olía distinto. Era maravilloso, tenía
algo espectacular que él aun no sabía identificar, así que se
acercó a aquel rincón con su maletín en la mano y cara de
sorpresa. Al sentarse allí descubrió que a su lado había algo
hermoso, demasiado hermoso como para ser cierto, y tuvo la tentación
de acariciarlo, pero la timidez que le embargó le sonrojó las
mejillas y le hizo salir corriendo.
Aquella
noche no durmió al descubrir que se trataba de un enchufe y trazó
lo que él creía que sería el plan perfecto para conquistar su amor
y vivir juntos el resto de su vida. Salió por la mañana temprano y
se puso su mejor corbata y su mejor sombrero, recogió unas flores
del jardín de la señora Smith y se acercó, sonrojado y con la
emoción pintada en la cara, esperando declararle su amor y ser
correspondido. Por el camino, había imaginado toda una vida a su
lado, él trabajando para mantener a sus hijos, pequeños enchufes y
pequeños limones que estudiarían mucho y serían el orgullo de su
madre enchufe.
Cuando
llegó a aquel rincón su corazón se paralizó y las flores que con
tanto mimo había recogido, cayeron al suelo. El tiempo se paró a su
alrededor y la imagen de aquel cargador de móvil enchufado en su
amada, quedó grabado en su mente para siempre. El hombre limón
empezó a gritar y a llorar zumo de limón desconsoladamente, estaba
desesperado y ni las mandarinas ni las cerezas supieron calmarlo. Esa
misma noche, después de mucho penar y sufrir, supo cual debía ser
el siguiente paso.
Cuando
los Smith y todos sus vecinos de la nevera dormían, el hombre limón
se acercó al exprimidor y lo encendió. En silencio subió al
microondas y desde allí, donde podía ver a su amado enchufe con
aquel cargador, se despidió llorando y saltó hacia el exprimidor,
que le daría fin a su corta vida.
Este
es el final de la terrible historia del hombre limón y su amor
imposible. No sintáis pena por él, ahora es más feliz porque su
zumo hizo felices a los niños de los Smith aquel verano. El enchufe
no volvió a ser el mismo, pero continuó su pasional amor con aquel
cargador que de vez en cuando lo visitaba.
Idea original y futuras ilustraciones: Jimi.